Monday, October 02, 2006
Las tangas y Totò
La vulnerabilidad llegò a mi como un balonazo a una niña sentada en el patio de recreo. Querìa llorar, rogaba por una gota que derramara el vaso; la sincronicidad y la televisiòn por cable hicieron lo prudente: CINEMA PARADISO.
Despuès de llorar agusto, llegaron por mì. Ojos chiquitos e irritados, un poco de rimel, gotas y listo, nadie notarà que he llorado, parece que para muchos, lagrimear siempre es provocado por situaciones concretas, que debes explicar concretamente si te preguntan --Por què lloras??--- Y de inmediato se crea un absurdo compromiso de comprensiòn hacia el llorón. Què molestia ¡¡¡ Llorar es ininterrogable. Ahora existe esa palabra.
Esa noche conocì a dos strippers, capturè imàgenes de cuerpos terrenales creyèndose teofanìas. Primero una mujer policìa; Ericka, la que horas antes me habìa platicado de su gusto por la mùsica, se convertìa en un vòrtice carnal bailando canciones de reggaeton con su mini atuendo y sus botas super altas.Posaba para mi càmara con la destreza de una actriz que se sabe desconocida.
Despuès Oscar, de increìblemente correcto y amable, llegò a media pista para montar a una señorita regordeta y crear un simulacro de las posiciones sexuales màs comunes.
Sentì repugnancia, no por los cuerpos desnudos, sino por la avalancha voràz de comportamientos primitivos que inundò el aire hùmedo, denso.
Sabìa que no iba a un lugar elegante, seguì observando y me divertì.
La noche en los arrabales fue magnìfica ¡¡¡¡
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