Tuesday, October 06, 2009

Miro por el retrovisor; llevo una dalia blanca en la cabeza. Freno, apago el auto antiguo de interiores guindas.Piso el suelo de grava y veo a Javier y a Dany en la ladera de piedras calizas.
Es de mañana o tarde, la luz nublada lo hace impreciso y escucho entre lo matorrales voces familiares que no advierten mi presencia, debía saludarles, decirles que estaba ahí pero me distraigo por ver a dos regordetas gacelas bebés jugando delante de un cerezo:
en un impulso, juntaban la patas en punta y brincaban, movían rapidamente de un lado a otr la colita erguida para mantenerse en el aire , con mucho esfuerzo, y aguantando la respiración.
Hubo un momento en el que se encontraron suspendidas en el aire mirándose a los ojos, se cansaban y explotaban en un carcajada y caían como pequeños costales de habas.

Me pareció muy gracioso y luego, ya iba en el coche antiguo por el camino sinuoso de las montañas blancas de matarrales y cerezos.

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