La curiosidad llevó a Sigfrido a frecuentarme. Se invitó solo al Departamento de la Calle de Acantilado.Dijo que quería saber si era cierto todo lo bonito que ahí se vivía.
Después supe que la curiosidad fue sustituída por un placer exclusivo que Sigfrido encontraba dándole mordidas a la libertad, esa libertad que todos buscamos de maneras diferentes.Era un ser cultivado y limpio.
Con el podía conversar de cosas que jamás pensé,dado el comportamiento cotidiano que le observaba junto a mi pupitre.
Un día, sentado frente al televisor me dijo: Deveras pensabas que yo no sabía leer?
Reí a carcajadas, supuso mi respuesta.
Descubrí que Sigfrido, con sus aires de grandeza, materialista, superficial, frívolo y demás adjetivos que se había ganado a pulso, se refugiaba en las tardes en el depar para ser alguien que mantenía escondido de su mundo materialista, superficial y frívolo en la escuela y los fines de semana.
Felicidades por tu nuevo Lancer, Sigfrido.
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