Thursday, December 18, 2008

Recuedo una boda y (Mil horas)





La escuchè hace poco.
Un universo de sensaciones especiales vinieron a mi mente.
Rostros familiares sonrientes, una gran pista de salòn, fuerzas centrìfugas sin soltarse de las manos. Mi tìo Arturo, que me dice lo bonita que me veo cuando me mira a los ojos y sonrìe mientras dirige mi baile. Abundancia.

Todos se mueven sincronizadamente como si hubieran asistido a la misma escuela de baile; y entonces aparece ella, elegante, en el centro de la pista y su cadensiosa armonìa corporal: mi joven abuela.

Luego una escena de mi infancia en su sala de piso limpio; puso un disco, me tomò de la mano y me dijo empezando a mover los pies: A ver Marisita, ya tienes que aprender a bailar.---
Yo, y mis zapatitos rojos de charol.

6 comments:

Marlenne Magallanes said...

Los recuerdos vagos que aterrizan de vez en cuando en nuestras mentes son los que dejan las sonrisas más largas.

El propio Tomás said...

¡Qué peda! Ya saca las fotos, chava.

Javiere said...

Vaya Razón que tiene tu tío Arturo!!!

Me he perdido en lugares bonitos, pero cuando me pierdo en tus ojos y sus pupilas no me importa encontrar el camino de vuelta... ¿Para que? Si ahí soy feliz. Te amo.

Gade Herrera said...

La abuelita es la neta...

Saludos,

Abbita said...

Los recuerdos, a veces llegan de manera tan inesperada y lo bonito es la sonrisa que pintan en nuestras caras!

zapatitos rojos de charol, con calcetas blancas? :)

saludos Miss aqui pasando a ponerme al corriente!

El propio Tomás said...

Marisinca. Dios te guarde, mujer.