Saturday, July 14, 2007

Las pelucas





Pienso que mucha gente que se cruza en mi camino usa peluca, lo sè, casi podrìa asegurarlo, y me imagino que se despiertan por la mañana con lentes oscuros puestos que nunca se quitan, y entonces en silencio con las pantunflas de toallita, se dirigen a un armario lleno de pelucas de las màs comunes, y eligen la de tono rubio verdoso, esa que acabo de ver en la esquina.


Y lo peor es que me han dicho que me rìo cuando no debo , como cuando lanzaron a un paralìtico del balcòn en El pianiasta, cuando Juan Josè dice que: hay que matarlas a piedrazos o con un balazo en la cabeza para que queden bien muertas. Jajajajaja. sublime. Y no puedo parar cuando recuerdo que a Milcho le salìa en tres mil pesos mandarlo matar por un nativo de Tepito que andarse con abogados y firmas. Jajajaja.
Y me dicen que soy mala cuando les digo que ese, es un santo burldelero y que con sus historias de jòvenes increìblemente dramàticos y estancados lo ùnico que sale de mis labios, casi sin quererlo, lo juro, es una risa odiosa cuando digo que el amor es un cuento para entretener a las criadas.
Viejo panzòn, diablo cornudo. ajajajaja.
Ser malo es bueno, a ver si asì entran en razòn. Verdad Milcho?



Hoy a la salida, comprè unas lunetas en cucurucho y me escapè a la biblioteca, como antes. Me sentè en el lugar de siempre pero ya habìa alguien en mi mesa, era una señora con rasgos que ya no recuerdo y que concentradamente miraba la portada de un libro con letras blancas y como si fuera a copiarlo, sòlo rayaba con el làpiz la ùnica hoja en blanco que le quedaba. Leì y leì, sin hacerle ningùn caso, pero despùes la observè, y ella cambiaba el libro de àngulo y lo giraba y rayaba su hoja en blanco, y asì hasta que terminè esa lectura que me llevò al campo, al final, la señora de manos morenas siguiò viendo el libro y rayando la hoja que se habìa vuelto negra.


Ojalà hubiera usado peluca.

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